Sus
labios callados me susurraron una tímida despedida. La reina del latín se
desdibujo ante mis pupilas y yo, no me lo quise perder. “A capite ad calcem”.
De la cabeza a los pies, eso es lo que me hacía estremecer cada vez que
podía recibir una de sus miradas. Tras esas tímidas palabras en mi oído, se
aferró a lo poco que quedaba de mí, y beso mi alma, la que trataba de escaparse
por las rendijas de mis palabras.
Es el fin, pensé nada más perder su mano entre mis dedos. Acaba aquí. Y
la verdad es que no estoy muy seguro de si ha terminado, o simplemente no ha
hecho nada más que empezar.
De la tierra al cielo hay más de mil pies, los mismos que nos separan
en este instante. Pero no te dejo de pensar, ni de soñar. Quizás sea eso, que
ya no puedo perderme, y tampoco olvidarte.
Y la verdad, yo ya no lo sé. Quizás nunca quise saber. Me conformé (y
lo seguiré haciendo), mientras encuentre tus ojos buscándome en mitad de la
noche para saber que ni tu estas sola ni yo estoy contigo. Con un par de
miradas casi perdidas que nos encontremos, en cualquier lugar me bastará. Puede
que uno de esos besos tontos que me encuentro en tus abrazos sea suficiente, y
que no quieras más, y no merezca más.
Ya no te diré que quiero querer, pero puede que con una oportunidad más
sumada a esas que hemos perdido, me encuentre ese par de ojos de tigresa
vagabunda por las frías calles. Que no sea hoy, ni mucho menos aquí. Pero que
sea así, contigo, y para mí.
Suena egoísta, y lo es. Pero esos ojos tan extraordinariamente comunes
no se pueden perder entre copas una noche cualquiera. Esos labios que no dejan
de gritar en silencio, merecen unas manos que sepan plasmar todo lo que no te
digo.
También, te digo que no existes, que solo te imagino. Pero quiero que
vuelvas a arroparme con tus palabras cuando me muera de frío. Que me calmes con
tus ojos sabor a tierra cuando me encuentre perdido. Aparece de una vez, que ya
no puedo más. Vuelve, que te necesito. Vete, que te perderé.
Quizás sea eso lo que necesito, un paso más, hacia algún lado en el que
puede que no quiera estar, y lo que es peor, en el que tú no estés. Radical,
expectante, soñadora y somnolienta.
De mi cabeza, a tus pies.