Seguidores

1.5.21

Ex Nihilo Nihil Fit.

Querida nadie:

Vuelvo a quedarme dormido pensando en ti. Y no sé si es como dicen, que si te quedas dormido pensando en alguien esa persona sueña contigo, pero sea como sea, vuelves a ser el primer y el último pensamiento del día. Me gusta y me asusta casi a partes iguales. A veces estar roto es sinónimo de reconstrucción, de nuevo comienzo, de algo que está por llegar. Pero yo me siento roto, en mil pedazos, incapaz de reconstruirme. Y no sé si quiero huir lejos de aquí o encontrarme contigo y saltar al vacío. Aunque seguramente lo que acabe haciendo sea esconderme y sobrevivir esta ausencia, que poco a poco, me va apagando.

Ciertamente yo no sé mucho de casi nada, pero reconozco un alma que cambia vidas. Y sí, unos cuatrocientos y pico días después, aún sigo pensando que nunca me he encontrado una como la tuya. Me arde la boca del estómago y se me acelera el pulso cuando me llega una notificación tuya, muy de vez en cuando, muy de nunca en siempre. Cada vez menos, aunque tan viva esa conexión como cuando el contacto era incesante.

¿Alguna vez has pensado en qué hubiera pasado? Es una pregunta de mierda, como casi todas las preguntas, pero supongo que tenía sentido. Yo sí, y me parece tan utópico que no puede ser cierto. Así que ahora prefiero pensar en que, si se acabase el mundo, en este instante, aunque añoraría todo lo que he vivido y todo lo que queda, por fin pararía este caballo desbocado que me late en el pecho. Y que por mucho que lo intente, en silencio me susurra un nombre, y siempre es el mismo, nadie.

Pero ya no sé. Supongo que es tan difícil como hacer un sueño realidad. Algunas veces, paso por aquel lugar en el que pasábamos las horas, y miro hacia arriba, por si estás ahí, esperando a que llegue, para bajar con una sonrisa y mirarme como si no hubiese nada más. Porque al final es lo que sentía, evadirme del mundo, estábamos solos tú y yo, aunque estuviésemos rodeados de gente.

Hay almas destinadas a encontrarse. Y hay corazones que laten al mismo ritmo en dos cuerpos, en dos vidas y en dos futuros distintos, pero que siempre, siempre, siempre, van a latir al unísono. No sé dónde está el jodido hilo rojo. Pero si lo encuentras. Si nos une. Agarra bien fuerte ese hilo, que no sé ni cómo, ni cuándo, ni dónde, pero estaré siempre al otro lado. Resuelto a aferrarme a él, y no soltarlo jamás.

Ex nihilo nihil fit. 

Y aunque desaparezca, mi nada siempre será tuya.

1.2.21

Despertar en tus pupilas.

Querida nadie:

Rompo la pulcritud de esta página para ponerte en letras lo que mi alma no cesa de convertir en sangre, que inunda mi cuerpo y me sabe a metal helado. Tus recuerdos se están enturbiando, quizás sea el paso del tiempo, que borra mi historia, a sabiendas de la importancia que tiene, para que pueda tomar aire y por fin, respirar, sin olerte.

Seducen tus recuerdos mi memoria, tratando de avivar mis lágrimas, para que no dejen de brotar. Como si esperasen que creciese un maldito árbol al rozar el suelo, cuando en realidad ni siquiera se acercan al filo de mis labios. Y una vez que brotan las lágrimas, me derrumbo, pero tu recuerdo me sigue reconstruyendo, al igual que lo hacían antes tus palabras.

Esas, que ahora son tan frías y distantes, dos desconocidos, tan parecidos, que parecen conectados, pero desconocidos, a pesar de todo, o por todo lo pasado, dos almas, cuyos cuerpos insisten en mantener a distancia.

Para no colisionar. Para que no empiecen a crear ese maldito terremoto que cometían al acercarse. Supongo, que como siempre me decías, la distancia tiene un motivo, una razón, y creo, que después de todo la he comprendido. Alejarse para no entrar en combustión.

Siguen cayendo en mis manos letras que me recuerdan a ti. Historias imposibles que pasan, desconocidos que se cruzan y ese jodido hilo rojo que lo une todo. Yo lo he sentido. Lo tengo cosido al corazón, y en cada latido que da, siento como tira de mí. Los dos conocemos el destino, fatal y aterrador. Estoy a punto de arrancar todo dentro de mí, dejar que se desboquen mis latidos y quemar ese maldito hilo.

Todo para que te llegue la combustión. Para que sientas el calor de mi alma dentro de tu pecho. Si es que esa historia es cierta y nos une. Quizá no. Quién sabe si sí. Ojalá.

Y aquí estás de nuevo, un alma en dos cuerpos, latiendo al unísono, desenfrenadamente acompasadas, aunque distantes.

Siempre supiste encontrarme en los peores momentos. Y ahora, que retumba en mis oídos una canción que tú y yo sabemos. Sólo puedo decir que sí, que ni te miré, pero que ahora, lo único que quiero, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, es mirarte a los ojos.

Y no despertar jamás de esas pupilas.