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27.11.16

Declaración A.mistosa de Guerra

Declaración amistosa de guerra:

Este puñado de letras que he sido capaz de recoger, para plasmar en este abismo blanco, tiene un fin muy claro, quiero una guerra contigo. Y quiero que sea eterna, como tú y yo. Siempre he oído que en estos casos, todo vale, y yo quiero que todo lo que valga, sirva para que tengamos una larga y próspera guerra. Porque en el fondo siempre (desde que somos), es lo que he anhelado a tu lado, una guerra interminable, que comience con tus pies caminando junto a los míos y con tus labios atados a mis recuerdos. Que mis pupilas queden colgadas de tus ojeras en esas noches en las que menos dormir, cualquier cosa nos vale.

Esa guerra, eterna, es lo único que me mantiene con vida. Que me empuja a perseguir cada sueño incesantemente, y es que anhelo ir devorando avances, en esta carrera de fondo que nos presentan como una aventura de obstáculos y tan sólo existe uno, nosotros mismos. Pero por suerte, desde que tú, como un maldito faro en la inmensidad del océano, alumbras este camino, me tropiezo bastante menos. Y si caigo, cosa que suele pasar cuando uno quiere correr antes de caminar, sé que estás ahí, para ayudarme a levantarme cuantas veces sea necesario, una y otra vez, hasta que agarrado de tu mano, o más bien enganchado a ella, logremos, juntos, conquistar cada maldito centímetro de esos sueños que perseguimos sin cesar.

Y en esta guerra, en lugar de bajas, quedan recuerdos y cambios a mejor. Me has enseñado a volar a pesar de que no haya red alguna que nos recoja si nos cortan las alas. También, he descubierto que una guerra que empieza en mis ojos y acaba con tus labios apretando con fuerza los míos es lo único que quiero. Sólo quiero una guerra eviterna, de cien años o de lo que nos quede, pero que deje un hueco tan grande en la tierra que cada persona que pase por donde ahora pisamos, sepa que allí hubo algo que fue capaz de parar el mundo.

No dejes que esas alas dejen de agitarse jamás, porque tú, vuelas con tus propias alas, sin más motor que esa sonrisa perpetua, y una larga lista de sueños que poco a poco conquistas y sólo te llevan más y más alto. Siempre querré ser como tú cuando sea mayor, porque no hay mejor forma de pasar los años que seguir mirando la vida con tus ojos, con unos ojos de niña pequeña, que buscan incesantemente cosas nuevas y no pierden jamás la curiosidad, ni el brillo. No dejes que nada ni nadie los apague jamás.

Eviternamente tuyo.