Seguidores

27.10.13

Sigo buscando...

Mis manos en tus caderas. Me lanzo a por tu boca, jugándome la mía. Y es que me jugaría hasta la vida entera tan sólo por rozar tus labios.

Ves mi apuesta y la aceptas. Un simple beso para un pobre desgraciado. Un único movimiento de sus labios era como una nueva bocanada de aire que me permitía seguir soñado con jugarme la boca por otro de sus besos.

Tus manos, sin dueño exploraban mi espalda en busca de un nuevo sueño. Las mías ya sin  magia se refugiaban en la isla de tu cuello.

Me atreví a jugar con tu pelo, tú te aventuraste a adentrarte en el mío. Tu boca, junto a la mía, decidió apartarse para buscar un nuevo camino, encontrando en mi cuello su nuevo destino.

Mientras tú besabas mi cuello, mis ojos buscaban la paz. Mi boca, el olvido, y mis manos otro destino. De mi cuello te cansaste y me ayudaste a encontrar el olvido, pues tu boca era el único camino con sentido.

Tus manos, dejaron mi pelo, para buscar en mi rostro, me acariciaste suavemente y acabaste en mi torso.

Desperté. Suspiré. Sueños de un pobre loco, que escribiendo, te espera.

25.10.13

Si tú quieres

Me perdí mil noches en tu cintura. En aquellos ojos verdes, ese flequillo tan tuyo. Me convertí en lo que no fue ninguno.  Una noche cualquiera me dijiste la verdad cuando me mentías. Siempre nos amamos sin querer y nos quisimos sin poder. Más de una madrugada junto a ti, más de una despedida sin placer. Parece que no pudo ser, que el alcohol debía ganar aquella batalla que perdimos los dos.

Mientras un vaso de ron me borraba tus recuerdos, nos volvimos a ver. En aquel antro, acabamos enamorándonos. Te acercaste a mí, recuerdo que por aquel entonces llevabas el pelo largo, tan negro como siempre. Me miraste extrañada con aquellos ojos que decían, no te esperaba, pero te echaba de menos, a pesar de que tú no querías.

Te quitaste esa chaqueta de cuero, que te hacía parecer tan dura, y te ayudaba a ocultar tu dulzura. La dejaste en una silla a mi lado, y toda entera cubierta con un vestido de vino tinto, me dijiste: “Si tú quieres bailamos”. Y casi susurrando, te contesté: “Si me lo pides, yo hasta canto”.

Nos fundimos el uno en el otro, queriéndonos despacio, sin prisas, con alguna risa. Confesiones, deseos, secretos, besos y miradas. Tus brazos rodeando mi cuello, mis manos jugándose la vida en la frontera de tu espalda…

Y nos quisimos querer, amando sin poder. El tipo del bar, nos miraba extrañado, como embobado.

Y nos fuimos, queriéndonos de la mano. Rozando nuestra piel, viviendo nuestra historia. Me susurraste al oído: “Cógeme bien fuerte, que esta vez, no me quiero perder”. Terminaste aquel susurro con un beso, y yo apreté tu mano, me miraste, escuche tu sonrisa y vi tu risa. Y desde aquella vez, cuando paso por aquel antro, recuerdo que tú eres un encanto, sonrío y vuelvo a tu lado.

Nunca te dejé de querer, y ahora, sabemos el por qué. Cada mañana, cuando aún duermes, o eso creo yo, te digo al oído: “te quiero”.

24.10.13

Si me dan a elegir...

Su pelo negro, los ojos grises como las nubes antes de la tormenta. La cara como la de una muñeca de porcelana, rota demasiadas veces por eso que algunos llaman amor. Aquellos labios, tan firmes y suaves, que besaban, mentían y ya cada vez menos, dibujaban una sonrisa.

No era demasiado alta, pero tenía la maravillosa cualidad de saber destacar entre todas las mujeres. Se ponía de puntillas cuando reía. Jamás me dijo que me quería pero sin ir a ninguna parte me salvó de mil mares en un jueves que resulto ser martes.

Tan sólo un puñado de veces me pude despertar a su lado, pero poder apartar su pelo para ver su cara mientras dormía, y hacerme el dormido para que me despertase a su manera… eso era mi vida.

Me deslizaba su dedo índice por el cuello, queriendo encontrar lo que no estaba buscando, tratando de ver mis sueños, sin saber que ella era el único sueño que quería tener para siempre.

Después acercaba su cara y la dejaba descansar sobre mi pecho, hasta que podía acallar mis buenos días con un beso suave como el acero recién fundido.

Se acabó, y a pesar de no ser un tipo con la lágrima fácil, los vasos de whisky recogieron mis lágrimas…

21.10.13

Miedo

Odio el gris. No quiero que exista. Para mí todo debe ser blanco o negro, sí o no, verdad o mentira. Todo el mundo asume que existe un punto medio para todo. Siempre has de ver el lado positivo de las cosas incluso cuando son negativas.

Ese tono grisáceo del que algunos dotan su existencia tan sólo sirve para ser conformista, para no luchar por nada más. Para medio vivir, medio amar, medio sentir y medio triunfar. Medio todo, salvo morir.

Y es que yo lo veo todo negro, aunque el blanco trate de invadirme, para darme ese plus de felicidad. Es mejor la soledad, la seriedad, la tristeza. Incluso esa sensación constante de fracaso que hace tiempo que me acompaña se hace llevadera. Son sensaciones y pensamientos que al igual que un dolor crónico siempre acompañan tu vida. Aprendes a vivir con ello, a saberlo sentir, sufrir y soportar.

En ocasiones, en esa soledad en la que suelo habitar, me entran ganas de salir a ese mundo que veo horriblemente negro, quitarme todo lo que tengo encima e incluso tengo ganas de triunfar, de hacer lo que me gusta y luchar. Pero de pronto, oscuridad, calma, angustia… ya me he resignado, he aprendido a vivir con ello, y a pesar de ello…

17.10.13

Vuelve

Lleva meses enferma. Sé que no volverá. Sus ojos hace tiempo que se quedaron allí, en la oscuridad. No puedo pedir que esté aquí, que hagamos como si nada hubiera pasado. Sólo pido un día más a su lado. Necesito volver a ver esos ojos verdes sonriendo a mi lado. Necesito que me vuelva a mirar y a mí, se me quede esa cara de idiota.

Vuelve, para que sea nuestra última primera vez. Vuelve, te estaré esperando tardes lo que tardes. Quédate, aunque estés perdida entre las sombras, intentaré sacarte de allí. No dejes de luchar jamás, porque si tú pierdes, yo perderé sin ti.

No luches por mí, lucha por nosotros, por cada segundo que vivimos. Lucha por esos que no llegaron, por aquellos que se quedaron prendados de tu sonrisa y de esa mirada. No desesperes porque estaré esperando.


Y si no vuelves, no lo dudes, jamás me olvidaré de ti. Porque la primera vez que estuve junto a ti, me hizo no volver a dejar de sonreír.

5.10.13

Quédate

Pasa el tiempo, quemando los segundos uno a uno tras el ruido de esos tacones. Mediante el humo de su cigarro ocultaba penas y amores, tristezas, sueños y rencores. Y cuando dice que duerme, tan sólo dedica suspiros y anhelos a esa morena, que un día tuvo junto a él.

Y es que, el amor de aquella mujer lo hizo más hombre y más niño a la vez. Cuando le dejó, el niño se perdió para no volver jamás, y el hombre, tras un disfraz, salió a la calle a ahogar sus penas en un vaso del que no se permitía ver el fondo.

El vaso nunca estaba vacío, y su alma nunca estaba llena. La tristeza le embargaba por momentos, y el alcohol, la ahuyentaba todo lo lejos que se podía permitir.

Un lluvioso día de otoño mientras deambulaba por la calle la vio. Agarrada a un tipo, muy arreglado y formal. Le dieron ganas de ir y presentarse, pero entonces, escuchó su sonrisa y vislumbró su risa entre la lluvia.

Se sentó en las escaleras y decidió que era mejor no levantarse, el agua le caló hasta los huesos, pero su
corazón estaba aún peor. Nunca se levantó de allí, ni le dijo; “Quédate, te necesito” a aquella morena, que un día estuvo a su lado.

Tormenta

Su pelo largo, sedoso y moreno. Su piel había tomado un tono más oscuro de lo habitual debido al verano, pero seguía siendo tan sedosa como antes. Deslizar un par de dedos por su cara, para apartar un mechón de pelo y dejar ver completamente aquellos ojos, era algo que le encantaba hacer. Sentado frente a ella, rozar su cara, sentir como ella se estremecía ante lo inesperado, y él, esbozaba una media sonrisa cómplice.

Nunca miraba a nadie a los ojos, salvo a ella. Sus ojos parecían casi grises, como si en ellos se hubiera desatado una tormenta imposible de parar. Cuando ella lloraba, se tornaban más oscuros, como cuando las nubes están a punto de descargar su lluvia. Pero cuando las lágrimas dejaban de lanzarse a la aventura de recorrer aquellas mejillas, los ojos se comenzaban a aclarar y volvían a su gris natural.

Sus facciones eran tan suaves y delicadas, que parecían haber sido esculpidas cuidadosamente, y que tan sólo podían haber sido encajadas en aquel rostro, en aquella chica, con aquellos ojos.

La vio por primera vez montada en un autobús que él tomaba ocasionalmente. La encontró de pie, agarrada a una de esas típicas barras. La primera impresión, fue que aquella chica era una de esas inalcanzables, de las que con tan solo una mirada o un chasqueo de sus dedos tenía el poder de convocar a un centenar de hombres entre los que elegir.

Tenía unas largas y esbeltas piernas que rara vez no iban acompañadas de unos altos tacones. Los vestidos eran su más fiel compañía, y los colores de sus uñas cambiaban casi a diario. Aquel día de verano, un vestido liso y unos zapatos de tacón negros, eran toda su protección frente al mundo exterior. Las uñas y los labios pintados de rojo pasión, completaban a aquella chica.

Pasó una rato mirándola, y soñando conocerla, cuando quedó libre el asiento de al lado, ella se sentó junto a él. Se pasaron varias paradas, incluso en las que debían haberse bajado, dejaron aquel lugar cuando llegó a su destino.

Caminaron un rato juntos, y ella rozó su mano. El no la dejó escapar jamás.