Hay un pequeño grupo de personas que se dedican a contar su vida por momentos. Momentos que han pasado con su pareja, con sus amigos, con su familia. Instantes plenos de felicidad, un cúmulo indeterminado de horas, minutos y segundos que han utilizado para disfrutar de la vida. Al fin y al cabo, todos tendremos el mismo final, lo podemos esperar como queramos, contando minutos o momentos.
Él, prefería contar momentos. Uno de sus favoritos siempre fue el despertar a su lado cada mañana de domingo. Y es que, despertar cada mañana y aguardar en la cama hasta que ella abriese sus ojos, de un color similar a las nubes de tormenta, era el mejor momento de la semana.
La conocía desde hacía cerca de catorce años. Eran amigos de la infancia, vivían cerca y siempre habían estado muy unidos. Una tarde, en la que todos sus amigos desaparecieron, ellos dos salieron al parque.
Hacía demasiado calor como para hacer algo, y es que, en aquel pequeño pueblo, la única alternativa a ese sol que caía sobre las calles era la piscina.
A ninguno de los dos les gustaba demasiado el agua y pasaron la tarde sentados en un pequeño banco de piedra sin respaldo, a la sombra de un puñado de árboles junto a una fuente. Lo cierto es que en aquel banco bajo los árboles y junto a una pequeña fuente… se encontraba un pequeño paraíso, con tan sólo dos habitantes, que se miraban perdidos el uno en el otro e inmersos en sus pensamientos.
De pronto, un par de dedos rozaron su mejilla. Ella le sacó de aquel mundo en el que se había sumergido y del que deseaba no salir. Había cogido de la hierba un diente de león, y le dijo: “¿Quieres que lo soplemos los dos a la vez?” Él no dudo en responder con un rotundo sí. Ambos pidieron un deseo. Aquella tarde la pasaron solos, y a la noche, antes de ir a la plaza a jugar con los demás niños del pueblo… ella le besó en la mejilla y le susurró: “Gracias por cada momento de la tarde de hoy, no la olvidaré jamás”.
Una sonrisa se dibujó en la cara de él, que, instintivamente cogió su mano y le devolvió aquel beso.
Vive tus momentos sin contar sus minutos.