Me dijo, mirándome a
los ojos, estando los míos empapados de lágrimas, “no me olvides”. Y ella
desconocía que la llevaba cosida a mi piel, igual que esa sombra que se aferra
a nuestros talones y no quiere nada más que reflejarnos, pues yo la llevaba entrelazada
a cada una de mis células epiteliales, convirtiéndome así en todo aquello que
ella dejo aquí. En catedral, frío, sonrisa, escaleras de besos, atardeceres
eternos en sus pupilas, agujas de una catedral que se rompe ante mis ojos si
ella no está, en arco, puente, calle, historia, vida.
Avanzar
Impertérritamente Deseando Amarnos. El resumen perfecto de un futuro que ansío
a cada palabra que tecleo. Y ella, mientras, me mira con esos ojos que borran
al resto del mundo cuando estamos juntos, con esas ganas de nada menos de
nosotros, que al fin y al cabo, lo somos todo. Y en esa tormenta de tiempo,
cuando todo se nos pone en contra, nos aferramos a la mano del otro y
avanzamos, con ese paso firme que se desmarca entre tus pies cuando caminas con
la certeza de que este es el único camino que existe para poder llegar a ese
estado sostenido de bienestar emocional perfecto si está ello, y algunos lo
llaman felicidad, cuando para mí, es únicamente A.
Y una ráfaga de aire,
cálido, de un sur imaginario que para ella no existe, me anuncia su llegada,
inminente. Y vuelvo a irradiar esa maldita luz cegadora que me acompaña desde
que ella existe conmigo, o mejor dicho desde que, por fin, existo con ella.
Huele a mar, a isla, a sonrisa constante, a besos largos que dejan sin aliento
pero que dan vida, a risas, abrazos, miradas que hablan más que mil palabras.
De nuevo (me) vuela,
tan lejos como puede, pegado a esas alas que brotan de su espalda cuando se
deja ir. Y ahora sí, está claro, voy a coserla a mi piel, con sangre y tinta,
para que ese para siempre que nos hemos prometido desde el inicio de una
historia eviterna.
“Ad Augusta per
Angusta”, al éxito a través del esfuerzo, como filosofía de vida, de historia,
de nuestra historia, que por muy difícil que nos venga, siempre acabamos
saliendo a flote, juntos.
“Y si vas a volarme,
que sea mientras me clavo en tus pupilas, que nunca se te vaya de esos ojos
brillantes, los restos de un tipo que sabe que no hay nada mejor que un vuelo
sin motor, si es para aterrizar de nuevo en esos labios, que sólo dan paz. No
te olvides de brillar”. M.