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24.10.16

"No me olvides" (Como si eso fuera fácil) A.

Me dijo, mirándome a los ojos, estando los míos empapados de lágrimas, “no me olvides”. Y ella desconocía que la llevaba cosida a mi piel, igual que esa sombra que se aferra a nuestros talones y no quiere nada más que reflejarnos, pues yo la llevaba entrelazada a cada una de mis células epiteliales, convirtiéndome así en todo aquello que ella dejo aquí. En catedral, frío, sonrisa, escaleras de besos, atardeceres eternos en sus pupilas, agujas de una catedral que se rompe ante mis ojos si ella no está, en arco, puente, calle, historia, vida.

Avanzar Impertérritamente Deseando Amarnos. El resumen perfecto de un futuro que ansío a cada palabra que tecleo. Y ella, mientras, me mira con esos ojos que borran al resto del mundo cuando estamos juntos, con esas ganas de nada menos de nosotros, que al fin y al cabo, lo somos todo. Y en esa tormenta de tiempo, cuando todo se nos pone en contra, nos aferramos a la mano del otro y avanzamos, con ese paso firme que se desmarca entre tus pies cuando caminas con la certeza de que este es el único camino que existe para poder llegar a ese estado sostenido de bienestar emocional perfecto si está ello, y algunos lo llaman felicidad, cuando para mí, es únicamente A.

Y una ráfaga de aire, cálido, de un sur imaginario que para ella no existe, me anuncia su llegada, inminente. Y vuelvo a irradiar esa maldita luz cegadora que me acompaña desde que ella existe conmigo, o mejor dicho desde que, por fin, existo con ella. Huele a mar, a isla, a sonrisa constante, a besos largos que dejan sin aliento pero que dan vida, a risas, abrazos, miradas que hablan más que mil palabras.

De nuevo (me) vuela, tan lejos como puede, pegado a esas alas que brotan de su espalda cuando se deja ir. Y ahora sí, está claro, voy a coserla a mi piel, con sangre y tinta, para que ese para siempre que nos hemos prometido desde el inicio de una historia eviterna.

“Ad Augusta per Angusta”, al éxito a través del esfuerzo, como filosofía de vida, de historia, de nuestra historia, que por muy difícil que nos venga, siempre acabamos saliendo a flote, juntos.


“Y si vas a volarme, que sea mientras me clavo en tus pupilas, que nunca se te vaya de esos ojos brillantes, los restos de un tipo que sabe que no hay nada mejor que un vuelo sin motor, si es para aterrizar de nuevo en esos labios, que sólo dan paz. No te olvides de brillar”. M.  

5.10.16

sueñA.

La consecución de un sueño, escalar la cima más alta que uno mismo crea y superarse. Destrozar por completo esas bagatelas que se dedican a lastrarnos.

Y una luz, casi cegadora, me encoge el alma, cada vez que me mira, que me destroza, que me tiembla por dentro y se dedica a empujarme a ser yo, simplemente uno mismo, ese que ya había olvidado y que necesitaba recuperar. La de la sonrisa perpetua, la mirada irreverente, la felicidad constante y consciente de que lo imposible sólo existe en nuestra imaginación.

La risa perfecta a un te quiero, la mirada intensa a un lamento extenso, el perdón oportuno ante cualquier error. Ese gesto tan suyo que me desmonta cada vez que lo hace sin querer y me brillan los ojos al verla ser, simplemente ella…

Un rastro de nieve tras unas pisadas certeras, un brillo estremecedor tras las sombras más oscuras. Y al final de todos los caminos, esos que siempre me dijeron que llevaban a Roma, me llevaron a coser mi sombra a sus talones, para no perder de vista el destino. El futuro perfecto de un tú y yo, tan irreverentemente complejo y tan simple que resulta imposible pensar que no será eviterno.

Y sus ojeras, agudas como las agujas de la catedral, se clavan en mis sueños, partícipes de sus desvelos en las madrugadas eternas que nos atan a la cama. Y sus labios, perfectamente delineados se desdibujan frente a mis dientes que los buscan con esa calma previa a la tormenta, que se desata cuando nos rozamos y por un instante borramos todas nuestras huellas.

Tormenta de arena en plena ciudad sin playa ni mar. Destello de sol entre un millar de nubes, agua en el desierto y frío en el infierno. Simplemente, la sonrisa perfecta para un corazón descerrajado a tiros por una vida que se comporta como si pudiese juzgar una historia.

“Y nuestra historia no conoce principio ni fin, y nuestra vida no es vida si no estamos los dos aquí”. M.