No es hasta que vamos al colegio cuando empezamos a decidir quién nos acompañará en nuestra vida. En ese momento en el que comenzamos a tomar decisiones. Aunque aún en esos instantes, elegir a nuestros amigos es fácil, tan sólo tenemos que preocuparnos de que quieran jugar con nosotros.
Crecemos y llegamos hasta el instituto, ahí comenzamos a seleccionar a aquellos que realmente son más afines a nosotros. Que nos comprenden y que aceptan cómo somos en realidad.
Puedes elegir bien o mal, te equivocarás, pero esa sensación de haber decidido por ti mismo, es algo que nadie te podrá arrebatar.
Decides quién te acompaña en tu vida, puedes errar, y lamentarte o puedes actuar y levantarte. Podría decir tantas cosas, que necesitaría demasiadas palabras. Llega un momento en el que esas personas que tú has elegido para acompañarte a lo largo del camino, se transforman.
Han dejado de ser esos amigos que un momento escogiste, ahora son la familia que tú has elegido. Son parte de ti, son algo que perdurará en el tiempo. No tendrá importancia si están a unos metros o a cientos de kilómetros. Los tendrás ahí.
Puede que no seas el mejor, probablemente no cambies el mundo, pero aunque no lo sepas, ya has cambiado su mundo. Entraste poco a poco o de golpe, pero te mantuviste ahí cuando el viento soplaba con fuerza, cuando las olas atacaban tu barco. Luchaste junto a ellos contra todo, no los pierdas, porque ahora ellos, también son tu familia.
Y recuerda. Estés donde estés, si cierras los ojos, ellos estarán a tu lado. Nunca te abandonarán. Encuentra tus momentos, encuentra los momentos para compartir a su lado, eso os mantendrá unidos. Y ante todo, no los olvides.