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12.12.20

Siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre.

Querida nadie:

Setecientos dieciséis mensajes favoritos más después, te escribo. Te escribo porque siento que este es mi método para poder vaciar mi cabeza, aunque no me leas. Quizá ya no lo hagas. Hace doce meses, es probable que estuviésemos sentados en un coche hablando hasta la madrugada, quizá sonriendo. Supongo que ninguno de los dos esperábamos este jodido 2020, loco como ninguno. Aunque como siempre me decías, odio este año desde el mismo momento en que empezó.

Pero hay algo que siempre nos queda, y es que preveo que volverás a ser, a pesar de todo, lo mejor de este jodido año. Y que a pesar de ser trescientos sesenta y seis días los que iba a apostar por algo que tengo la certeza de que no pasará, seguramente siga, otros trescientos, tres mil, tres millones, o toda la vida.

Solo quiero. No abrir los ojos mañana, y que fueses lo último que viese. Pero temo que no podré cumplir ese macabro deseo que me atormenta, desde hace tanto, que me he acostumbrado a vivir con él. Suena Leiva, Superpoderes, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre. Y ya no sé cuántas eses tengo que poner para que pienses que has recibido rosas cuando son letras.

Estoy loco. Quiero abrirme el pecho y ver cómo me late el corazón. Quiero borrarme la memoria. Quiero retroceder en el tiempo y volver a mirarte por primera vez. Quiero quedarme atrapado en un recuerdo. Quiero. Cerrar los ojos. Y despertar a tu lado.

Quiero imposibles y por eso estoy loco. Porque nadie en su sano juicio apuesta por la locura, por perder cuando no tiene nada que ganar. Nadie, excepto yo. Yo quiero releer conversaciones hasta el amanecer, escribirte eternamente, aunque no tenga respuesta.

¿Cómo es posible? ¿Cómo puedes con tan solo eso y después de tanto tiempo? Pues no lo sé. No sé qué clase de brujería, o de sentimiento se apodera de cada conexión nerviosa, de cada latido, de cada terminación neuronal, que cada vez que veo una de tus fotos, dos palabras para mí, se me sigue erizando la piel. Parando el corazón. Temblando el alma.

Querida nadie. Sigo amaneciendo necesitando darte respuesta a todo aquello que nunca me preguntarás. Pero por si me lees, por si aún queda un ápice de esperanza en que encuentres estas letras. Nunc et Semper. Ahora y siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre.

Por si me lees, querida nadie, te sigo prequeriendo. Ojalá.