Seguidores

19.4.13

Tan solo tres pasos...



Tengo cáncer. Sí, suena duro decirlo,pero es aún más duro, que la persona más importante de tu vida, no tenga ni la más remota idea de que tu final está cerca, más cerca de lo que imaginas. Puede que pasen días, semanas o meses, pero pronto acabará todo, ya no hay más remedio, no hay solución. Mientras escribo esto, oigo su risa, no para de reír, está viendo una película.


Creo que esto, hoy, termina aquí. Ella ya se está acercando, no puede saber nada de esto, lo descubrirá cuando ya sea inevitable. No puedo hacer que cargue con mi cruz, no puede dejar de vivir por mí.


La conocí cuando apenas teníamos quince años, desde entonces siempre hemos estado juntos. Me complementa, me mejora. Es única. Siempre me hace reír, y... que queréis que os diga, despertarse cada mañana a su lado es un regalo. Pienso, que ya he recibido muchas cosas en esta vida, por eso ahora, no tengo miedo.

Es posiblemente nuestra última noche, quiero que sea algo especial, bueno, con ella siempre es especial. Mientras cenamos, se mancha la barbilla con la salsa, yo como un buen chico, me ofrezco a limpiarlo, y me quedo embobado, con mi mano sobre su cara, los ojos como platos. Es tan perfecta, sus ojos tienen tanta vida... creo que en parte eso me ha hecho luchar, siempre ha tenido esa fuerza y lo más importante, la ha compartido conmigo.

Le propongo ir al dormitorio, quiero dormir mi última noche, mis últimas horas, a su lado. Pronto se duerme. Paso unas cuatro horas observando cómo respiraba acompasadamente, viendo como sus anhelos se hacían realidad en sus sueños. Era sin duda, lo mejor de mi vida. Me levanté. Coloqué su pelo tras su oreja, le di un beso en la mejilla, la miré por última vez, mientras una lágrima recorría mi mejilla al cerrar la puerta de la habitación.

Cogí un abrigo y salí a pasear, quería oler la ciudad una vez antes de despedirme para siempre. Luego me senté en un parque y escribí, lloré, escribí y volví a llorar. A continuación volví a casa y me acosté junto a ella no sin antes esconder mi escrito dentro de su diario que guardaba en la mesita de noche. Al día siguiente empezaba el principio del fin.

Me han dado tres meses, sólo tres meses. Y acaba de empezar la cuenta atrás, apenas tengo esperanzas, y una es ella. Noto que mi vida se apaga, gota a gota, segundo a segundo. Pero ella sigue ahí, no es capaz de despegarse de mi lado. La quiero más de lo que quiero admitir y es por eso que le pido que haga su vida, que disfrute. Pero no me escucha, simplemente se cierra en banda.

De repente, un pitido alerta a la planta de enfermeras. Todo el mundo se mueve como movidos por una canción muda, simplemente un segundo y todo cambia. Deciden hacerme pruebas, las cosas no van bien. Llevo tan solo dos sesiones de quimioterapia, aunque no me sirve de nada, quizás el final ya está muy cerca, más de lo que espero.

Una luz, una simple luz. Lo siento, y necesito aferrar su mano. Saber que ella siente que estoy consciente y que me quiero despedir. Todo fue muy rápido y muy tranquilo, más de lo que me esperaba. Y, antes de que darme cuenta, todo ha pasado. Pero me fui sonriendo, estoy feliz porque el mundo me había dejado disfrutar unos años de una de las personas más maravillosas  del mundo.

Ya había pasado todo, por fin regresaba a casa. Necesitaba depositar todas aquellas emociones en algún sitio, su diario. Lo abrió y allí, había un sobre, dentro de él, unos papeles cuidadosamente doblados. Eran de él, explicaba todo, ahora entendía tantas cosas que habían pasado estos meses. La última de sus frases le hizo esbozar una sonrisa, rezaba así: “Tú, y nada más, tú y todo lo demás. Has sido mi mundo, disfruta. Te quiero”

Estrechó entre sus brazos aquellos papeles, eran su esencia, no podía dejar de llorar, sobre la cama, sobre aquella cama...



4 comentarios: