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15.7.16

Once

Estás ahí, al borde de mi garganta, sé que quieres escapar, llevas demasiado tiempo encerrado. Un nudo cierra mi estómago, parece no tener fin esa horrible sensación. Ahora golpea mi cabeza, sus sacudidas son fuertes, apenas dejan que me mantenga en pie. Por fin me tumbo sobre la cama, un pinchazo en el costado y en la zona lumbar me paraliza, una tenue luz ilumina la estancia y sólo puedo mirar al techo. Respiro despacio, llenando todo lo que puedo mi diafragma y conteniendo el dolor en el costado. No lo puedo aguantar y el aire se escapa entre mis dientes, acompañado de un leve pitido proveniente de mi garganta, sin duda quiere escapar.

Despierto con un grito sordo de madrugada, algo me ha llevado a despertar. Por suerte, no soy capaz de recordar lo que me ha hecho gritar. Vuelvo a caminar enfrente de ese lugar, me sigue helando la respiración, pero he conseguido pasar por delante de la puerta, algo es algo. Pero no estaba solo, supongo que esa luz que algunas personas son capaces de irradiar con una sonrisa, una mirada o un simple gesto acaban por calentar un poco el alma de quienes creen haber perdido absolutamente todo.

Ahora, comienza un camino diferente, nuevo, plagado de unas huellas que creía completamente borradas. Ese viejo sueño me sigue invadiendo, me estremece cada vez que vuelve. Aún recuerdo esos pasillos pintados de un color crema, empapelados hasta media altura y unas finas láminas de madera coronando el límite del papel, supongo que buscan darle calidez, pero todo es tan lúgubre que nada consigue dar luz a ese lugar. Un profundo olor a hospital mezclado con desinfectante llena por completo las fosas nasales, se adhiere a la ropa y a todo cuanto está a su alcance. Se apodera de las personas, las hace más y más pequeñas, las apaga por completo. El largo pasillo no se acaba, parece interminable, quizás mis pequeñas piernas de entonces lo recuerden más largo de lo que era. Todas las puertas entornadas, ruidos de máquinas emitiendo funestos pitidos se cuelan entre las rendijas que dejan éstas. Y por fin llegamos. Blanco sucio, triste, desgastado. Paredes con demasiadas vidas perdidas. Un par de mesillas, como si alguien las utilizase. Unas ventanas que rompen todo y dejan pasar la luz y el color. Una cama articulada, sábanas blancas, impolutas.

Aún oigo cada respiración, muy forzada, rota, artificial. Y esas manos, grandes, trabajadas, que tantas otras veces me habían apretado la mano, seguían haciéndolo, bueno, simulando que lo hacían. Parecían, parecías, en otro lugar. Muy lejos, demasiado. Supongo que lo bueno es poder irse, cuanto más tarde mejor, pero estamos aquí para eso, nadie vive para siempre sobre este suelo. Pero lo que más duele, lo más complicado de todo, no creo que sea el momento en sí, creo que dejar atrás todo lo que construyes en la vida es lo más difícil de asumir, no para quienes se van, sino para aquellos que, en un acto de irreverente locura, asumen que no queda más opción que quedarse y luchar. Levantarse y aguantar. Luchar. Seguir viviendo una vida que ya no lo es, para hacer algo en lo que realmente creen. Sobrevivir.

Y en eso consiste todo, en sobrevivir, en aguantar todo lo que viene y seguir siempre ahí, incansables.


“No es sencillo recorrer un camino sobre el que no quieres andar, pero siempre hay unos pasos que me guían, unas manos, fuertes y firmes que dirigen todo, sé que va a llegar, sé que estás, que vas a seguir estando. Te tengo cerca. Vuelve, para no irte jamás”. M. 

7.7.16

El camino

Últimamente leo bastante, casi siempre lo mismo, como si quisiese sacar de unas palabras que he leído cinco veces en las últimas semanas un mensaje distinto cada vez, uno que sea capaz de satisfacer todo eso que me revuelve por dentro. No surte el efecto deseado, es más, creo que ni siquiera ya produce un efecto. Me agita, me vuelve a obligar a volver mis ojos sobre esas letras escritas a mano, me rompe, me desgarra de arriba abajo, y me deja de nuevo ahí, tirado en mi silla de escritorio, blanca, impoluta, como si nunca nadie se hubiese sentado allí. Vuelvo a tener esos papeles ante mis ojos, busco una pista, un atisbo de una genialidad que no espero y que quiero que me devuelva las esperanzas perdidas.

Vuelve. Cada noche, sigue siendo ese último pensamiento que cruza raudo por mi cabeza y que desvela mis profundas ganas de dormir y no despertar en unos días, de dormir, y estar en ese mundo onírico en el que todo es posible, en el que sigues estando ahí, aquí, conmigo. Me pongo música en los oídos, suenan Quique González, Vetusta Morla, Love of Lesbian e Izal. Te encuentro en cada una de sus letras, como si me estuvieses acechando bajo esas canciones que me gustan, que me recuerdan que aún hay algo por lo que merece la pena seguir impulsando los pies hacia delante.
Te encuentro siempre que no deseo buscarte, y cuando te necesito, también apareces. Ese recuerdo me está desgarrando por completo, apenas tengo una imagen clara en la cabeza, pero el nudo en el estómago me recuerda que sigues ahí. Y como siempre, cuando todo parece estar sumido en una realidad demasiado oscura, aparece alguien que lo llena todo de luz, que hace que esos fatídicos sueños se conviertan en simples sueños, que no me quitan más que un par de horas de descanso. Alguien que le da un nuevo sentido a canciones que antes estaban vacías, y que hace que los lugares de la ciudad tengan un color diferente en mis recuerdos, porque aparece en ellos.

Y la vida son pequeñas grandes revoluciones, que te llevan a un nuevo camino en el que lo importante no es la meta sino la compañía, en el que los sueños que parecían inalcanzables se comienzan a rozar con la yema de los dedos, y esta vez estoy completamente seguro de que voy a poder aferrarme a ellos. No sólo por mí, por todo eso que llevo pegado a la piel, que es lo más importante, por esos recuerdos, esos latidos perdidos, esas lágrimas contenidas y por todo eso que está por llegar, por todas esas sonrisas, porque ahora sí, voy a morder esos sueños para devorarlos por completo y poder seguir el camino.


“No es más fácil, si lo fuese no me gustaría, pero es mucho más divertido”.