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30.10.14

Wonderful

Cuando algo termina, te encuentras perdido. Se acabó. Puede que cuando acabas alejándote de una mujer, por muy despiadada, adorable, o increíble que sea, necesites volver a encontrarte. 

Generalmente, cuando queremos, dejamos de ser uno mismo, para ser uno del otro. Ese gesto de caridad altruista para sentirse en una armonía perfecta, destroza hasta al tipo más duro, insensible y me atrevería a decir arrogante, del mundo.

Es en ese instante, en el que acabas en un garito de mala muerte, sorbiendo de un vaso a tragos de una intensidad y frecuencia variable, algún tipo de bebida espirituosa. Una de esas que te hace tanto daño que se te olvida hasta tu propio nombre, y también el por qué bebes.

Cuando acabas de autocompadecerte en el antro infernal, sales a la calle. Ávido de emociones, deambulas por la ciudad, y a las dos de la madrugada la encuentras. Es lo mejor que te puedes permitir con ese puñado de billetes que llevas en los bolsillos.

Rubia descolorida, con los labios pintados de un color rosa chicle, visiblemente desgastado por los vicios que ofrece y exige la noche. Un vestido, demasiado ceñido a su ya desmejorado cuerpo adulto, y un aliento que rezuma restos de un mal vino, un puñado de cigarros, y un chicle de menta.

Te pone morritos. No estás para desaprovechar la ocasión. Y caes en ese fango de los desahuciados. Acabas, más pronto que tarde, le escupes un par de billetes, por una faena con más pena que gloria. Y vuelves, avergonzado a ese rincón en el que duermes.


Porque ella, como diría Sabina, aunque no era la más guapa del mundo, era más guapa que cualquiera. Y no será la mejor, pero sí la única. Así que compañero, búscate la vida, que la muerte ya la conociste sin tenerla a tu lado. 

29.10.14

Puede que...

La vida es injusta. ¡Vaya novedad! Un tipo cualquiera que ahora se cree descubridor de la verdad absoluta. Pues sí. Esta vida, es muy injusta. ¿Han tenido la sensación de querer encerrarse bajo sus sábanas y no volver a aparecer? Pues ahí está. Desaparecer.

Es algo raro, pero tan cotidiano que ya a nadie le asusta cuando le comentas que quieres perderte un par de días, porque estás hastiado de la vida. Más que de la vida es de esas injusticias que se suceden, una tras otra, sin piedad.

A veces, pensamos que la vida es una montaña rusa de emociones. ¡JÁ! Yo les digo que eso es una soberana memez. La vida, es más semejante a un camino, una senda angosta y llena de cambios constantes. Pero que les voy a decir, si fuese fácil, no sería divertido.

En demasiadas ocasiones cuando nos queremos cubrir bajo nuestras sábanas, esas que parecen dotadas de una protección sobrenatural, nos perdemos muchas cosas. Y yo no es que sea el típico tipo que aprovecha cada segundo, pero alguna cosa de esta vida sí que se. No hay que cubrirse bajo nada, que llueve, mojémonos. Si la vida nos da, recibamos, nos quita, aguantemos. Pero jamás se den por vencidos.

Quizás, si quieren perderse su vida, haya otros que la vivan. Y yo, al menos por el momento, me niego a que esos ojos verdes, cambien de compañía. Porque si me han elegido a mí, es porque me lo he ganado.

Puede que los ojos que les acompañen a ustedes sean diferentes, pero igualmente especiales. No dejen que se separen, reténganlos, quiéranlos. Disfruten. Y aprovechen hasta el último parpadeo, porque la vida... puede que sea tan maravillosa, como nosotros queramos.


25.10.14

A.H.O.R.A.

Rellenaría cada ápice de su piel con esta cantidad ingente de palabras que le dedico. Y ahora, que la miro, a hurtadillas mientras ella se hace la distraída y obvia mi presencia, hasta que me distraigo y me sigue con sus ojos. Ese par de nubes de tormenta, que amenazan con lluvia cada noche en que me despide.

Y es que no sólo evoca palabras, invita a llenar ese lienzo vacío ante el que me aterra enfrentarme. Pero una imagen, escasa, efímera, me lleva hasta ella. Les diría algo así como dice Sabina: “cuidado chaval, te estás enamorando”. Pero no, porque ella es tan etérea que es imposible saber quererla.

Y no les diré que no, porque con ella, así, como no. Su desparpajo arrogante que acecha cada instante. Y es dulzura, que se desvela cuando menos lo esperas. Con esos ojos, de gata callejera ye envuelve, y se escapa, se va. Una y otra vez. ¡Y lo que duele perder!

Pero aún tengo la esperanza, de encontrarme con esos ojos de tormenta una noche de luna llena, y decirle que por qué no. Y no esperaré respuesta, no es su estilo. Pero acallará el rumor, bastante lejano, de mi corazón. Ese corazón, que como un metrónomo que se ha descompensado, ahora late a contratiempo.


Y con una mirada, esa tan perdida, la encargada de encontrar almas, me buscará. Y no duden, me envolverá entre esas alas que se cubrieron de cicatrices y me llevará lejos. A su lado.

23.10.14

Nunca, es demasiado

Nunca, es demasiado tiempo, murmulló. Es cierto, pero tampoco es tiempo suficiente para nosotros dos, le susurré al oído. Así es como podría empezar cualquier historia, y así, es como empieza esta, que es la que yo les quiero contar.

El maestro Sabina, acostumbra a decir que, “al lugar dónde has sido feliz, no debieras tratar de volver”. Y eso me repetí varias veces, pero como resistirse a volver a la paz de su mirada, al infierno de su boca y al calor de sus piernas. En estos meses pude imaginarla de cientos de maneras, y la verdad es que ninguna me gustaba más que la original. Esa, que tiene una imperfecta perfección, esa que sin mirarme, me encuentra, y cuando me ve, no quiero decirles lo que pasa cuando me ve, porque desnuda mi corazón, y eso que trato de tenerlo guardado lejos de su lado. Es imposible.

Me gusta que lleguen esos momentos en los que me desdibujo entre sus brazos, y por desgracia, pierdo de vista sus ojos y no sé si los cierra, pero quiero pensar que ella hace lo mismo que yo, y tan sólo, por unos segundos, se quita esa coraza que lleva puesta y se encuentra a mi lado, así, sin cortapisas, con todos sus miedos, y sus inseguridades. Y con un puñado de segundos, nos contamos lo necesario para poder sobrevivir en esa locura que tenemos.

Y quién no la vea bella, merece sufrir en su espalda las mismas cicatrices que ella tiene, porque cada recuerdo de una herida, tiene una enseñanza detrás, una historia que no se ha de olvidar. Y conozco cada palmo de su piel, y aún me perdería mil y una noches en sus piernas, para poder, como les diría yo, querer sin querer.

No puedo evitar hablarles de ella, porque no desaparece de mi cabeza, se mezcla con mis recuerdos, su olor, se aferra a las notas más discretas de mi fragancia, esa que tanto gusta. Así quién no. Lo peor de todo, es que así, cómo no.



19.10.14

E.L.L.A.

Rebelde. Agnóstica, supongo. Implacable. Impecable. Despiadada. Adorable. Insaciable. Ángel. Demonio. Oscura luz. Genial. Inteligente. Apática. Dispersa. Irreverente. Divertida. Extraña. Egocéntrica, en ocasiones. Testaruda. Quejica. Especial. Malherida, por tantas historias que no he escuchado. Creadora de necesidades afectivo-emocionales. Halagadora. Devora palabras. Encantadora de tipos raros. Saca sonrisas. Abraza todo. Princesa. Heroína. Diva. Rara. Niña.

Es imposible definirla mejor, bueno, al menos mi visión de ella. Esa que ya conocen tanto como yo. Es un cúmulo de palabras, algunas poco utilizadas, como a ella le gusta. Así empezaría mi definición de alguien tan diferente al resto, y tan parecida a mí, que me hace estremecer en cada abrazo.

Ella, que besa con los ojos abiertos, y muerde tus labios cuando besa. Ella, que deja que hunda mi cara en su pelo cuando acecha la tormenta. Y cuando arrecia la lluvia, me deja cobijarme en esos ojos, azules, casi verdes, medio grises, diferentes, esos que no dejan de mirar. Esos que a veces, encuentro que a hurtadillas, me vigilan mientras yo me disperso entre los recuerdos que no me apetece olvidar.

Y creo que no lo podrán creer, pero el tipo este que escribe, ese que jura no haberse enamorado nunca, el que finge no tener sentimientos, acaba de dejar que una lágrima furtiva, aún no sé de qué tipo, se deslizase por su mejilla derecha. Esa mejilla que se une a la de ella en cada abrazo. Porque aunque no es un gesto mecánico ese de abrazar, es una rutina tan placentera, que las zonas están marcadas.

Y esos gestos, contraídos, velados sobre las reales intenciones, se convierten en acciones que nos acercan a un precipicio. Un abismo más profundo que esos labios, que más de una vez me han besado. Y no les mentiré, me da igual caer si ella aparece para continuar el camino.
No les diré nada que no sepan, pues la he convertido en eterna con mis letras, pero se acerca el final. Noto como los últimos compases se escapan entre mis dedos, y no puedo hacer nada, nada más que aferrarme a cada instante, pero aun así, se escapan. Y es algo que me atormenta, me desvela cada noche.


Porque sin ese demonio caído del cielo, o ese ángel subido del infierno, ya no. Ella, que tiene las llaves del cielo, y una puerta al purgatorio escondida en el cielo de su boca, yo no.

17.10.14

Lo mejor...

Generalmente cuento cosas que me vienen a la cabeza, o me baso en recuerdos de personas, para poder narrarles algo. O simplemente me dedico a quejarme de lo mal que está todo, de lo que confío en la gente que estoy seguro de que triunfará, de la vida y la muerte, del estúpido y necesario amor, o simplemente les coloco letras en una disposición adecuada para que alguien se dedique a leer lo que le muestro al mundo.

Creo que llevo cerca de dos años (quizá algo más) escribiendo en este blog, y además de mejorar las formas, y adecuar mis palabras a un texto, he conseguido muchas más cosas. Algunas de las más importantes tienen que ver con la gente que me lee. He conocido a un par de personas, que escriben de una manera increíble, y aunque sólo haya intercambiado palabras con ellas, no me hace falta nada más para saber qué tipo de gente son. De esas personas que he conocido, he recibido todo tipo de halagos, han apreciado mi manera de escribir, me han hecho sentirme diferente (en el buen sentido), ¡y hasta me han llamado escritor! He tenido la enorme suerte de poder escribir junto a una de esas personas, y ha sido una gran experiencia.

Además de las nuevas, he descubierto, que hay quien me lee, sin que yo lo sepa. Y que aprecia las palabras que decido colocar aquí. Es una satisfacción enorme, saber que hay alguien, al otro lado, que se dedica a leer las divagaciones de un tipo como yo, y lo mejor de todo… le gustan.

Y creo que aún mejor que todo eso, es que he podido descubrir mundos, en palabras, de otras personas que afortunadamente no se parecerán en absoluto a mí. He vaciado en todo este tiempo, mi cabeza de cosas que me atormentaban, y me ha ayudado escribir, aunque nadie lo lea.

Sé, que como a mí, les quedan muchos pasos que dar en esta vida. Y bueno, aunque a veces asusta un poco, están en buena compañía.


12.10.14

Cuando se van

La estúpida inevitabilidad de realizar acciones que nos alejen de gestos, momentos, y lugares dolorosos. No les diré que sea un experto en este asunto (creo que estoy lejos de serlo en todos los ámbitos), pero intuyo que es complicado apartarse de todo aquello que nos hace daño.

Cuando perdemos a alguien, limpiamos toda nuestra casa de sus pertenencias, le despedimos, a nuestra manera, y por un momento parece haber desaparecido. El primer día cuando oyes que el ascensor para en tu piso, y unos pasos se aventuran sobre el pasillo, piensas que está ahí, que se fue un día pero que ha vuelto. Y no. Ya no oyes como sus llaves penetran la estéril cerradura y te aferras a esa sensación que has vivido hace un instante, y sin duda, se repetirá un centenar de veces en los siguientes días. Pero nunca vuelve.

Nunca. Y nosotros necesitamos seguir ahí, y volver a volver donde ya no está. Sentir, que hace meses, semanas, años o días que ha desaparecido, pero aún no se ha ido. Y no se irá, no dejamos que se nos vayan los recuerdos. Quizás, sea eso lo que nos atrape a todos nosotros, lo que nos ate a ese sitio que tenemos tanto cariño, ese, que no nos gusta cuando estamos en él, pero añoramos profundamente cuando nos alejamos un poco.

Al igual que cambiamos su colchón, abandonamos su ropa a su suerte, o nos aferramos a sus cosas para no olvidar, deberíamos dejar de lado todo eso que nos atormenta, aquellos instantes que nos devuelven a momentos efímeros de tristeza. Yo, a partir de hoy, sólo me haré cargo de recuerdos que me llenen, recuerdos para recordar.

Para perpetrar esta estúpida hazaña, casi surrealista no creo que me convierta en uno de esos héroes solitarios que velan por la humanidad, sino que me refugiare en aquellas personas que me cobijan, sobretodo bajo sus ojos, cuando arrecia la tormenta. Y no quiero acabar hablándoles de ella, pero expulsando estas míseras palabras, y con el vivo recuerdo de todo lo que podría haber sido, y no fue, y de todo aquello que si fue, y no desearía cambiar jamás, les dejo sus ojos. Azules, infinitos, místicos, divinos, infernales.


10.10.14

Esos, de ellas

Acostumbro, en demasiadas ocasiones, a hablarles acerca de una chica. Esa que ya se ha vuelto eterna en este pequeño rincón que comparto con vosotros. La realidad es que no puede dejar de hablar de ella, tiene algo que me cautivó, de una forma superlativa, algo, que aunque pasen los años, sin lugar a dudas, se habrá llevado parte de mí. Bueno, en realidad parte de todas las personas que se sientan frente al teclado y que escriben este puñado de palabras.

En demasiadas ocasiones hubiese dado cualquier parte de mí por presentarle al escritor a esa chica. Mujer. Mejor así. Creo que ese escritor, o este de ahora, hubiese sido diferente, quizás, no me hubiese cautivado de esta manera, pero yo a ella, por suerte, tampoco.

Es difícil contarles aquí todo lo que puedo generar con tan sólo un instante a su lado. Lo intentaré, pero solo será un ápice de todo eso que puedes llegar a sentir. Se crea algo similar a la energía que nos acerca, pero inevitablemente nos separa.

La fórmula que he usado mil veces para describirla, tomada del maestro Sabina, es esa de: “no era la más guapa del mundo, pero juro que era más guapa que cualquiera”. Quizás esa concepción casi divina que provoca en mí es lo que le hace tan especial.

Ahora hay un problema. Ella, no existe (en realidad sí, pero sólo en mi cabeza), yo, no sé quién soy. Pero la solución está cerca, perdida en unos ojos azules que últimamente me acompañan, o en esos otros, que desearían ser verdes, pero que con su color café te calman y te llevan igual de lejos. O esos otro, que sin son verdes, pero podrían teñirse de cualquier otro color porque daría igual, tendrían tanta fuerza que podrían hasta hacerte desaparecer. Y esos ojos, marrones, comunes, esos que desde hace demasiado que me acompañan, y espero lo hagan mucho más tiempo.


Todos esos, y todas ellas, sí son de verdad. Y estos ojos, marrones, cansados, desdichados y agotados de tanto ver sin mirar, no se quieren perder ni un parpadeo. 

1.10.14

Vosotros

Estoy hastiado de esta sociedad distópica que nos envuelve. Caemos continuamente en una espiral de consumismo, pero no solo de bienes sino de personas, acostumbramos a coger lo que nos apetece en el momento que deseamos, y acabar con todo, y todos, cuando nos hemos hartado de tenerlos.

Se volverá en nuestra contra, estoy seguro. Cada vez nos queremos menos, nos cansamos antes y nos volvemos más irreverentes. Veo personas que simplemente por diversión deciden abandonar a su pareja (mientras aún están con ella), para ver que ofrecen los demás, para saber si pueden mejorar pero teniendo seguro aquello que llevan agarrando desde hace mucho tiempo.

También encuentro gente que por miedo a perder lo que tiene, no se muestra como realmente es, y creo que yo mismo debería incluirme en este selecto grupo de estúpidas personas que no decide mostrarse tal y como es. Muchas veces es el miedo lo que les mueve, pero muchas otras es la congoja que les produce el no ser aceptados por ser diferentes.

Puedes encontrar gente que, por ejemplo, muestra reticencias a contarte si lee o no, sus gustos musicales, o incluso sus aficiones, porque teme que esta infecta sociedad en la que la incultura, el pasotismo, y el culto excesivo al cuerpo es lo único que se valora, no lo acepte.

Ya no es solo una crítica hacia aquellos que aceptan los cánones que establecen esos que se consideran dueños del resto del mundo, sino a aquellos que no se muestran como son. Y es que quienes ahora mismo pasan desapercibidos entre un buen puñado de descerebrados (no solo hombres, también mujeres), que buscan tener fama, o algo que colocar entre sus piernas, son los que realmente tienen poder de cambiar el mundo.

Quizás tú, que ahora estás leyendo y eres un estudiante sobresaliente, en una carrera que muchos consideran que no tiene futuro, o tú, la que estás visitando el blog de un tipo cualquiera, que teclea un buen puñado de sandeces, que tienes una idea, aunque te parezca extravagante o escasa de valor, es buena idea. Porque vosotros, los que en nadie repara mientras camina por la calle, sois los que cambiaréis este casi moribundo planeta.


Vosotros, los que nos llevaréis a algo mejor, los que aunque os pisen saldréis adelante. Maestros, ingenieras, madres, padres, vosotros cambiaréis el mundo. Puede que no hoy, y tampoco mañana, pero seguid luchando por esa idea que ante todo queréis conseguir, porque sin vosotros el mundo no avanza, y sin vosotros, el éxito, no existe.