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18.10.15

Aleth

 “Despreciar todo aquello que no cuenta para hacer que todo lo tengas en cuenta”.

Ese puñado de palabras, un radiante positivismo y una sonrisa permanente son su carta de presentación. Así, sin un motivo aparente, sin nada que esconder y con todo por decir se posiciona frente a ti, y dispara una sonrisa tras otra, y claro, se acaba contagiando esa estúpida felicidad.

Me gustaría que viesen sus gestos al reír, o al avergonzarse por algo, porque en ese instante puede pararse el mundo, que no importaría nada más. Y aunque apenas te dediques a mirar sus movimientos, la intuyes, alegre, allá donde esté. Sus ojos podrían pasar desapercibidos en mitad de cualquier parte, pero cuando se enfrentan a tus pupilas, te retuercen el estómago, te empujan hacia arriba, y sonríes, seas quien seas, acabas sucumbiendo a su incansable positivismo.

Siempre he oído que la curiosidad mató al gato, ella parece que quiere morir sabiendo. Y es de agradecer, porque se dedica a husmear hasta en los rincones más oscuros, y acaba, haciendo que sueltes ese lastre que te obliga a fruncir el ceño o a apretar los labios para parecer alguien diferente al que realmente eres.

Y aunque nunca lo diría, me temo que es una de esas apariciones, inesperadas, que dejan huella, aunque no quieras. Y cada uno de esos pasos, quedan marcados en la espalda y calan hasta el alma, donde los recuerdos, ya no se borran, por suerte.

Pongamos que, se llama Aleth. Y no significa otra cosa que, la verdadera. Y no sé si es de verdad todo lo que les he contado. Lo que les puedo asegurar es que esa sonrisa con la que se engalana cada mañana, su pelo, cuando está liso, y esa felicidad contagiosa… hacen que sea una de entre cualquiera, pero que realmente valga la pena.


Alma. Lealtad. Esperanza. Tozudez. Hoy. Todo eso es ella, pero hay mucho más de lo que se puede ver, tan sólo tienen que dedicarse a mirar, hacia ese lugar en el que el resto del mundo no se encarga de buscar. 

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