Hace
no demasiado tiempo hablaba con alguien acerca de la necesidad de saber recibir
y encajar un no, para poder pasar página. Lo cierto es que no soy un acérrimo
defensor de aquellos que tratan de aferrarse a un imposible, aunque lo haya
hecho en más de una ocasión. Creo que está bien mantener la esperanza, porque
es algo que nos une a la ilusión de seguir caminando, y en demasiadas
ocasiones, me atrevería a decir que es lo que le falta a mucha gente.
Entiendo
que la gente prefiera un no a tiempo, que un sí cuando ya no hay nada que
hacer. En realidad creo que uno solo pasa página cuando está preparado para
desprenderse de esa persona, independientemente de ese sí, o ese no. Quizás yo sea un tipo demasiado anticuado,
pero prefiero no recibir, al menos por el momento, un no tan rotundo que se me
caiga el cielo a los pies. Y es que aunque intuyas el no que recibirás, la
esperanza suele apoderarse de ti.
He
recibido un buen puñado de noes durante mi vida, y todos y cada uno de ellos
han contribuido a modificar, en cierto modo, mi forma de ser, vivir, pensar y
sentir. Aunque supongo que más que una necesidad de satisfacer el corazón lo
que necesitaba era alguien que me cobijase en sus brazos y escuchase mis
lamentos, y de paso, que me incluyese en esa obsesiva necesidad que mucha gente
parece tener de estar en pareja.
Es
algo que hay que aprender a discernir, quizás no estemos buscando el amor, sino
tan solo una buena compañía para un largo tramo de viaje. Pero claro, es
complicado encontrar a alguien y decirle que le quieres tener lo
suficientemente cerca como para disfrutar con él, y también aprovechar su
comprensión, pero lo necesariamente lejos como para no unirte a esa persona
para siempre.
Últimamente
lo que se lleva es ir cambiando de compañero de viaje cada dos por tres, o cada
tres por dos (ya me entienden), y no veo la necesidad de buscar aceleradamente
a alguien que nos acompañe, y menos aún de jugar con los sentimientos de
personas. Creo que el camino puede ser lo suficientemente largo como para disfrutar
de buenas compañías, sin hacer y sin que nos hagan más daño del necesario.
Así
que sí, digan que sí, porque más vale arrepentirse de un sí, que sentirse
frustrado por lo que no fue. Pero si de verdad no les quieren, si no les
necesitan a su lado, díganles que no, porque será mejor, necesitan aprender a
volar, y mejor solos que en mala compañía.
Vayan
acostumbrándose a querer sin querer, porque es la mejor manera que pueden tener
de disfrutar de esto que tenemos…