Querida, nadie:
Te escribo porque no estás,
con el fin, de que en algún momento, dejes atrás tus miedos, o lo que te aferre
a desaparecer y vuelvas. Te escribo, porque no puedo escribirte, pero no dejo
de pensarte, de soñarte y de verte, una y otra vez. Parece una tarea sencilla,
quizás, el hecho de centrarme en desaparecer, yo también, me esté resultando
arduo, y no lo estoy consiguiendo. Tratar de alejarme, simplemente me acerca
más y más. Llevo una semana seguida soñándote, cada noche, al cerrar los ojos,
apareces. Así que… si no te importa, vuelve. Prefiero ver tus ojos, mirándote
los lunares, que al echar el telón a los míos.
Quizás, sea la carta más
difícil que he escrito para nadie. Nadie, en quien no dejo de pensar, quería
decir. La tarea no es sencilla, ¿sabes? Tengo en las palmas de mis manos, los
recuerdos de las tuyas.
Dibujo tus lunares en los
rostros de la gente, por ver si de casualidad encuentro un parecido, y puedo,
hacer como que te veo sin cerrar los ojos. Pero eso tampoco funciona, a nadie
le encaja esa constelación tuya como a ti. Nadie.
Me he encontrado con los
pies al borde del abismo, no te preocupes, no es la primera vez. No
sé si caeré o volaré. Ojalá aparezcas, y en lugar de dejarme caer, vueles
conmigo, o al menos, que estés ahí abajo, para recoger los pedazos. Aprovecho,
para decirte, que los trozos que te dejaste aquí olvidados, siguen a buen
recaudo, para cuando quieras volver a por ellos. Aunque no prometo devolverlos,
me gustaría quedarme con alguno más, por eso de ir coleccionando las espinas de
una rosa que a pesar de su belleza no deja de pinchar.
Los míos, te los puedes
quedar, supongo que están demasiado afilados como para recogerlos. Un cristal
de ser tan pisado, termina por desaparecer. Aunque nunca deja de cortar si se
te clava. Espero no ser así, si quieres, podríamos unir los trozos. Algo así
como un puzle por montar, seguro que nos faltan piezas, pero se pueden
construir. Nadie, dijo que tenga que encajar absolutamente, todo.
Tengo un plan, empieza y
acaba por ti y contigo. Supongo que es una conquista mundial, podría ser una
victoria al risk, simplemente hay que tratar de acercar posiciones, sin perder
demasiadas piezas por el camino. Ya dice, Zahara, “mi maléfico plan de
conquista del mundo comienza por ti”. Y tiene razón, no necesito conquistar más
mundo que ese que brilla bajo tus ojos y tus constelaciones.
Nadie. Tengo tus ojos verdes
clavados. Deja que los recuerde una y otra vez.
Pienso conquistar el
mundo.
Aquí, nos quedamos sin
banderas blancas.
"Su cabeza valiente,
atisba el precipicio, niega todo, decide dejarse caer, respira, y... ante tal
belleza, con la ciudad a sus pies... vuela. Ella es rubia como la
cerveza".
M.
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