Mejor sentir que estar
muerto. Es una filosofía de vida bastante interesante, quizás muchos
preferirían no sentir nada, estar muertos en vida, antes que dejar que su
corazón empezase a latir por alguien, o que se le rompiese el alma con una
muerte o una despedida. A veces, realmente, desearía estar muerto. Desaparecer
de la faz de la tierra sin dejar rastro, sin que mi huella quede marcada en
nadie, en ningún lugar.
Quizás, ese es el anhelo de quien sabe que allá donde
ha pisado, ha creado un recuerdo, a veces imborrable. Realmente, cómo puedes
evitar que tu cabeza piense en alguien que no debe estar, o que físicamente no
está. Es algo complicado, por eso estar muerto, en ocasiones, a pesar de seguir
respirando, supongo que puede ser una idea terriblemente buena.
Tener sentimientos
implica que uno está vivo, que es capaz de percibir las cosas y que es
consciente de que el mundo, al contrario de lo que muchos piensan, no gira en
torno a nosotros, sino que somos nosotros los que tenemos la capacidad para
parar el puto mundo, coger aliento e impulso y hacer que gire. Tener
sentimientos es humano, y en ocasiones deleznable. Es burdo el hecho de amar
sin ser correspondido, o de dañar sin tener la intención de hacerlo. En este
mismo instante, podría contener la respiración, podría dejar de respirar
durante un minuto, y aquí dentro, en esta maquinaria incansable que, por el
momento, se dedica a bombear sangre incesantemente, sabría que no estoy muerto
por dentro. Aún no.
Es jodidamente
contradictorio, pero ese irrefrenable deseo de desaparecer, queda
contrarrestado con las ganas. Supongo que, el hecho de querer comerme el mundo,
empezando por una constelación, y terminando en una jodida estrella en la otra
punta del sistema solar, es lo que hacen que aún, a pesar de todo, cada día me
despierte y diga, y por qué no.
Vivir es morir un poco.
Vivir, es acercarse peligrosamente a esa línea de meta en el que la parca nos
espera, irremediablemente, a todos. Da igual con la premura que tomes la
carrera, o lo perfeccionista que seas, llegarás a la meta y será el final. Pero
mientras tanto, mientras el viaje prosigue, respira, siente, coño, siente y
vive. Porque al final de todo, cuando sepas que ha llegado el momento, cuando
sepas que te vas a ir, porque tengo constancia de que algunos tienen la suerte
de conocer el momento, piensa que ha merecido la pena, que ha sido un viaje
largo pero jodidamente bonito.
Si me fuese hoy, si no
llegase nadie a leer esto, estoy seguro de que les gustaría saber que me he ido
con unas constelaciones en la cabeza que me vuelven loco, con unos ojos
enganchados a mis pupilas y con las ganas, intactas.
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