Una de sus miradas, es
una tormenta perfecta. Ella, anárquicamente imperfecta, se resuelve en la vida
como alguien que quiere ser quien es. Tiene magia y esa luz propia de quien
hace de faro y guía. Ella, que es capaz de romper el silencio sin palabras y descubrir,
a unos ojos marrones, rodeados de pecas, que mirar unos ojos puede ser un
jodido orgasmo.
Tiene la rara capacidad
de romper en pedazos la historia, de besar con el alma. De cortar la
respiración, de volverse loca en un instante y por supuesto de ser ella. Ella,
la única que es capaz de descubrirse por completo sin quitarse la ropa, de
romper en pedazos sin ni siquiera rozarte. Ella, que no besa, sana. Ella que no
quiere, ama. Ella, que tiene los ojos color esmeralda y una constelación del
pecho a la espalda. Que tiene, en esa arquetípica imperfección un montón de
armas, palabras como balas que no matan, sino que sangran, que rompen dentro de
cualquiera y te llenan, de una magia inexplicable, que por mucho que te duela
en el momento, ella, cura.
Si te mira, te dispara.
Si te alcanza, date por jodido, porque sus disparos son certeros, justo al
centro del pecho. Al cuadro de mandos, a la base neurálgica del puto amor,
joder. Ella, no falla, aunque la vida le ha fallado más veces de las que se
atreve a contar. Nunca mata, te deja malherido, para que sientas ese profundo
dolor que ha vivido, pero ella no te hace sufrir, ella, se encarga de limpiar
esas heridas tras haber hurgado en ellas y haber llegado hasta tus huesos. Ella
limpia, cuida, salva y guarda. Ella, que es capaz de hacer que de sus ojos
broten lágrimas, y culminarlas con una sonrisa, que a ti te destroza, no sólo
por la belleza, sino porque sabes, que ahora no llevas toda esa mierda solo.
Tiene el poder de ser faro, camino y destino. Y el viaje, dios, ese puto viaje,
qué largo se hace, tiene como destino unos labios, carnosos, hermosos, que
rompen una tez perfecta con una imperfecta compostura. Ella, que hace pucheros,
y besa lento. Tiene esos maravillosos labios cosidos al alma, igual que sus
ojos, y qué les digo, que cuando besa, no lo hace sólo con los labios, sino con
su mirada, con su alma.
A mí no me hace falta
saber nada más que mi tren va directo a su pecho, a estrellarme contra su
garganta, esa que profiere notas que me rasgan el alma. Ella es camino y
destino. Ella es, al fin y al cabo, casa. Porque una vida sin alguien que es
casa, no lo es. Porque a quien te acercas y sientes paz, con alguien que puedes
llorar de rabia y dolor, morir de risa. A quien acaricias y miras, y no puedes
dejar de hacerlo. A quien imaginas a tu lado, cada vez que miras el jodido
asiento del copiloto… no puede ser otra persona. Ella es casa y tiene luz.
Joder, que si tiene
luz. Quizás sea por ser rubia como la cerveza, o porque deja, que su reflejo,
salga a través de mis palabras, para que todos vean como brilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario