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10.1.20

Con las ganas.


Me he roto mil veces delante de una página en blanco. Creo, de hecho, que es el método más efectivo que conozco para no querer dormirme y no volver a despertar. Escribir(te), me recuerda que por mucho que no tengamos fotos, tenemos recuerdos, de esos que el puto Facebook, o Instagram, no nos dirán dentro de cuatro o cinco años dónde estábamos un domingo o un miércoles de madrugada. 

Quizás, lo que me recuerde es que hace x, estaba jodido. O quizás, me recuerden que hace x que te cruzaste en mi vida y que con esas alas que me recordaste que tenía, peleé, y lo conseguí. O quizás nunca llegue a ver esos recuerdos.

Siempre que empiezo a vomitar palabras delante de mi ordenador, empiezo a recordar instantes, segundos, momentos que me recuerdan que todo lo que he vivido merece la pena. Quién no se ha jodido la vida un día de madrugada y ha pensado que era el puto fin del mundo. Quién no ha descubierto, en lo que consideraba un error, un acierto que le ha hecho creer y crear algo nuevo. 
Nunca sabemos cómo llegará a nosotros la mejor oportunidad de nuestra vida.

Te conocí, por dos palabras y unos ojos que quería ver más a menudo. Encontré un camino nuevo en un lugar que me traía recuerdos malos y que a pesar de las ganas, no quería que continuase en mi vida. Encontré, nuevas formas de hacerme daño, desde un lugar que para mí era sagrado, y desde que me fui, sonrío más. Pero no debo engañar a nadie, rompí con toda mi vida porque me comía el miedo, porque sentía que me estaba arrastrando a un fango del que no sería capaz de salir.

Morir en el intento. Siempre me pareció mejor opción que ponerme a llorar por las esquinas. Amo el puto fango, ese en el que estás metido hasta las rodillas, que apenas te deja moverte y que cuando lo hace, simplemente te atrapa más. Nunca aprendí a dibujar, ni a cantar, y resulta que tu voz, con tus canciones retumba en mis oídos. Simplemente, desde ese fango, me dedicaba a deslizar mis dedos por un teclado que vaciaba mi cabeza.

Tengo el estómago encogido, el alma en vilo y las ganas a flor de piel. Porque tú me miraste, y no fuiste como una más de cientos que han clavado en mí sus ojos. Y me di cuenta, que hay muchas cosas que por lejos que estén pueden acabar muy cerca, apenas unos milímetros de distancia.

Y sí, por ti, por ti, por ti. Cualquier cosa.

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