Seguidores

4.1.20

Luz.


¿Alguna vez os han acariciado el alma con un beso?

Es una sensación extraña, una especie de temblor hasta las entrañas que se produce con un beso, una caricia  o un abrazo que es capaz de estremecer tus latidos durante un segundo o quizás más. Puede que cambie el pulso de toda una vida en tan sólo segundos. Un beso que te estremece el corazón es una suerte, una especie de bendición, que te recuerda que está ahí, no sólo para latir por ti y porque sigas viviendo, sino para quedarse mudo y derrochar hasta el último latido por quien es capaz de pararlos.

Mi alma es algo oscura, anda perdida y dubitativa en el purgatorio, pendiente de los pasos que voy dando para unirse a mi sombra y ser capaz de hacer vida a mi lado. No se deja ver por mi alrededor, aunque de vez en cuando, en ocasiones puntuales, se cose a mis talones y me observa. El otro día, entró hasta lo más profundo de mi cuerpo para quedarse. Lo sentí, estuvo aferrada a mí durante toda la noche. Y la acariciaron, tanto que casi quiere quedarse a vivir para siempre aquí.

La madrugada nos sorprendió, esos amaneceres tardíos de la ciudad del frío con la catedral más hermosa del mundo, aún no habían llegado. Lo vi por una claraboya, cegado por unos ojos que quería seguir mirando hasta el anochecer de los míos, por lo menos.

Pausa, pasión, corazón. Nunca había descubierto que unos labios, guiados por unos ojos cerrados pudiesen decir tanto en apenas unos segundos. Sus labios se despegaban de los míos por primera vez en la historia, y supe que se quedarían grabados en mis retinas hasta que se apaguen. Enmudecí. Simplemente recuerdo sus enormes pupilas, abiertas hasta la extenuación, mirándome, atentas y atónitas y el gesto que se repetía de nuevo. No podía abrir los ojos, yo, que siempre había encontrado en los besos un momento para parar el mundo y ver a esa persona besándome. Yo, que nunca los cerraba para no sorprenderme al abrirlos.

Sus pupilas decrecieron. Agarró mi mano derecha, se aferraba fuertemente a ella y yo no podía ocultar que sus ojos me habían atrapado. Eran, bueno, debo decirles que son, de los más bonitos que he visto jamás.

Paramos el tiempo, lo hicimos nuestro y cada fracción de segundo era un instante para no olvidar.
Un beso. Otro, otro, otro. Caricias en su espalda y miradas infinitas. Ha parado el mundo pensé, tiene los superpoderes que siempre le había dicho, no sólo la luz, no la magia, sino todo al mismo tiempo y además, sus efectos especiales son una jodida maravilla.

No comprendo, como dice Zahara, qué voy a hacer con todos los abrazos que, hice a medida para ti. No volveré a ser quién conociste.

Es imposible volver a respirar o latir con la misma frecuencia, con el mismo pulso después de que alguien te ha estremecido el alma y tú, has quedado tocado por una luz cegadora. Por unos labios con pausa, sin prisa, con pasión, que tienen la capacidad de decirte sin palabras lo que ese corazón que late siente en ese momento. No se puede ser igual, después de perderte en unos ojos, que la belleza no son los ojos sino cómo se mira. Y ella, ella, créanme, no mira, ella atrapa y sueña, ella devora la verdad y cumple sueños. Ojalá esas pupilas gigantescas, en esos ojos abiertos, mirándome de nuevo, como esa noche que ya era de mañana, como ese final, que ya era principio.

Ojalá.



No hay comentarios:

Publicar un comentario