Seguidores

1.1.16

Ahora que te vas...

Ahora que te vas: 

Supongo que esto es mucho más fácil que todas esas cosas imposibles que hacemos, pues tú te vas y el resto nos quedamos aquí, esperando a que llegue algo que empuje unas palabras entre nuestros dientes o afloje nuestros labios para que éstos dibujen una falsa sonrisa. Es probable que estos últimos días, se hayan quedado grabados  a fuego en nuestras retinas y en las maltrechas memorias de aquellos que a pesar de no haberte querido ahora se compadecen de mí, porque por suerte sé que, definitivamente, te vas. 
Han pasado algunos años desde que una tarde de septiembre en la que el sol comenzaba a caer, me crucé con esos ojos, que cargaban con una mirada altamente adictiva. Supongo que tenía que engancharme a ella, el problema es que también me enganche a esas ojeras malhumoradas tuyas, a esos labios rotos por las comisuras, a esas cicatrices atestadas de recuerdos y a esas manos heladas tan tuyas. Pero era irremediable, siempre me tentó que fueses inalcanzable, pues no soy capaz de concebir una vida que no implique luchar constantemente para lograr aquello que quieres. Y lo que más quería era a ti. 

Pero ahora que te vas, debo decirte que te dejaste ir hace demasiado tiempo. Cuando rompiste tus pupilas en mil pedazos para deshacerte en un llanto desconsolado por culpa de unos ojos que no te miraban como debían, te empezaste a ir. Pero eso no fue todo, no dejaste ni un pequeño resquicio por el que colarme para borrar todo aquello que te atrapaba en ese lodazal en el que quisiste sumergirte, y fui testigo directo de aquel hundimiento.

Tus pupilas, decrépitas, atenazaban mis sueños, tus labios, reconstruidos por la rabia, amenazaban cada paso que daba y me hacían retroceder. Dejaste de ser tú, te convertiste en uno de esos ídolos de frío oro, que tan sólo asustan y decoran inhóspitos parajes por los que vagan las almas condenadas. 

Y ahora que te vas, quiero decirte que espero que vuelvas. Que florezcan en tus ojos las primaveras que nos queden. Que se rompan las flores en las brechas de tus labios y que el sol cierre tus cicatrices. Si todo eso sucede, quiero que vuelvas aquí, donde las noches son tan frías que entre tus manos y las mías, calmamos mil tormentas que se enganchan en tu pelo enmarañado.  

Que te quise, siempre. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario