Querida nadie:
¿Eres consciente de la
importancia de Zahara? Tengo la extraña necesidad desde hace más de dos años de
visitar esa zona de España, porque tiene algo que me atrae poderosamente y me
llama la atención. Supongo que poder poner a Zahara en Zahara tiene que ser lo
puto más.
Hoy bordeo el abismo,
este réquiem constante que me inunda está a punto de desbordarme por completo,
creo que ya ha brotado por mis pupilas lo suficiente por hoy. Supongo que esa
idea de por fin dejarme caer en el abismo tras tantas veces asomándome al
precipicio debe ser bastante salvadora.
La pena y el miedo me invaden, creo que
quizás sea el momento de dejarse caer. Todo esto lo podría firmar cualquiera,
pero es que hoy es veinte de julio y no tengo tu sonrisa para mitigar mis
penas, y eso sí que es bastante complicado.
La he vuelto a
escuchar, de tu voz, y sigue sonando tan bonita y tan triste como la primera
vez que allá por el dos mil diez, cuando la escuché. Justamente, cinco años
antes, ella grababa sin cortes una canción desgarradora. Y yo, empezaba mi
propia película que avanzaba vertiginosa hacia el vacío. Tener un hueco dentro
del cuerpo que alguien haya dejado con su ausencia es imposible de llenar. Si
alguien te dice que el tiempo lo cura todo, nunca lo creas, simplemente mitiga
la nostalgia y la pena.
Te siento a flor de
piel. Ahora mismo uno de esos abrazos infinitos de los que no me quería
despegar, seguramente acelerarían mis latidos, ya sabes que deseo que se
acompasen con los tuyos, y encendería ligeramente esa calidez que intento que
no se apague dentro de mí.
Hoy tú tampoco estás. Y
sigo echando de menos tu risa. Y tus miradas, incluso esas pensativas que
lanzas mientras construyes rápidamente una respuesta en tu cabeza. También
añoro tu constelación.
En el cielo hay dos
estrellas, Vega y Altair, dos amantes que viven separados durante todo el año y
que una noche se reencuentran, todos los siete de julio, se unen durante unas
horas. Quizás sobre tus labios se encuentren estos amantes, tan cercanos y a la
vez tan lejos. Puede que este mes, dentro de todas las penas, tenga algo
especial, quizás porque nos encontramos hace doce lunas. O puede que sea porque
dos amantes que tienen que vivir separados durante el año se reencuentran una
noche.
Ni una distancia sideral,
ni todo el maldito firmamento me harían soltarme de tus manos.
Tú eres una
constelación.
Y yo solo quiero unirte
las estrellas.
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