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20.7.20

S.ideral


Querida nadie:

¿Eres consciente de la importancia de Zahara? Tengo la extraña necesidad desde hace más de dos años de visitar esa zona de España, porque tiene algo que me atrae poderosamente y me llama la atención. Supongo que poder poner a Zahara en Zahara tiene que ser lo puto más.

Hoy bordeo el abismo, este réquiem constante que me inunda está a punto de desbordarme por completo, creo que ya ha brotado por mis pupilas lo suficiente por hoy. Supongo que esa idea de por fin dejarme caer en el abismo tras tantas veces asomándome al precipicio debe ser bastante salvadora. 

La pena y el miedo me invaden, creo que quizás sea el momento de dejarse caer. Todo esto lo podría firmar cualquiera, pero es que hoy es veinte de julio y no tengo tu sonrisa para mitigar mis penas, y eso sí que es bastante complicado.

La he vuelto a escuchar, de tu voz, y sigue sonando tan bonita y tan triste como la primera vez que allá por el dos mil diez, cuando la escuché. Justamente, cinco años antes, ella grababa sin cortes una canción desgarradora. Y yo, empezaba mi propia película que avanzaba vertiginosa hacia el vacío. Tener un hueco dentro del cuerpo que alguien haya dejado con su ausencia es imposible de llenar. Si alguien te dice que el tiempo lo cura todo, nunca lo creas, simplemente mitiga la nostalgia y la pena.

Te siento a flor de piel. Ahora mismo uno de esos abrazos infinitos de los que no me quería despegar, seguramente acelerarían mis latidos, ya sabes que deseo que se acompasen con los tuyos, y encendería ligeramente esa calidez que intento que no se apague dentro de mí.

Hoy tú tampoco estás. Y sigo echando de menos tu risa. Y tus miradas, incluso esas pensativas que lanzas mientras construyes rápidamente una respuesta en tu cabeza. También añoro tu constelación.

En el cielo hay dos estrellas, Vega y Altair, dos amantes que viven separados durante todo el año y que una noche se reencuentran, todos los siete de julio, se unen durante unas horas. Quizás sobre tus labios se encuentren estos amantes, tan cercanos y a la vez tan lejos. Puede que este mes, dentro de todas las penas, tenga algo especial, quizás porque nos encontramos hace doce lunas. O puede que sea porque dos amantes que tienen que vivir separados durante el año se reencuentran una noche.

Ni una distancia sideral, ni todo el maldito firmamento me harían soltarme de tus manos.

Tú eres una constelación.

Y yo solo quiero unirte las estrellas.



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