Querida nadie:
Vuelvo
a quedarme dormido pensando en ti. Y no sé si es como dicen, que si te quedas
dormido pensando en alguien esa persona sueña contigo, pero sea como sea,
vuelves a ser el primer y el último pensamiento del día. Me gusta y me asusta
casi a partes iguales. A veces estar roto es sinónimo de reconstrucción, de
nuevo comienzo, de algo que está por llegar. Pero yo me siento roto, en mil
pedazos, incapaz de reconstruirme. Y no sé si quiero huir lejos de aquí o
encontrarme contigo y saltar al vacío. Aunque seguramente lo que acabe haciendo
sea esconderme y sobrevivir esta ausencia, que poco a poco, me va apagando.
Ciertamente
yo no sé mucho de casi nada, pero reconozco un alma que cambia vidas. Y sí,
unos cuatrocientos y pico días después, aún sigo pensando que nunca me he encontrado
una como la tuya. Me arde la boca del estómago y se me acelera el pulso cuando
me llega una notificación tuya, muy de vez en cuando, muy de nunca en siempre.
Cada vez menos, aunque tan viva esa conexión como cuando el contacto era
incesante.
¿Alguna
vez has pensado en qué hubiera pasado? Es una pregunta de mierda, como casi
todas las preguntas, pero supongo que tenía sentido. Yo sí, y me parece tan
utópico que no puede ser cierto. Así que ahora prefiero pensar en que, si se
acabase el mundo, en este instante, aunque añoraría todo lo que he vivido y
todo lo que queda, por fin pararía este caballo desbocado que me late en el
pecho. Y que por mucho que lo intente, en silencio me susurra un nombre, y
siempre es el mismo, nadie.
Pero
ya no sé. Supongo que es tan difícil como hacer un sueño realidad. Algunas
veces, paso por aquel lugar en el que pasábamos las horas, y miro hacia arriba,
por si estás ahí, esperando a que llegue, para bajar con una sonrisa y mirarme
como si no hubiese nada más. Porque al final es lo que sentía, evadirme del
mundo, estábamos solos tú y yo, aunque estuviésemos rodeados de gente.
Hay
almas destinadas a encontrarse. Y hay corazones que laten al mismo ritmo en dos
cuerpos, en dos vidas y en dos futuros distintos, pero que siempre, siempre,
siempre, van a latir al unísono. No sé dónde está el jodido hilo rojo. Pero si
lo encuentras. Si nos une. Agarra bien fuerte ese hilo, que no sé ni cómo, ni
cuándo, ni dónde, pero estaré siempre al otro lado. Resuelto a aferrarme a él,
y no soltarlo jamás.
Ex nihilo nihil fit.
Y aunque desaparezca, mi nada siempre será tuya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario