Declaración amistosa de guerra:
Este puñado de letras que he sido capaz de recoger,
para plasmar en este abismo blanco, tiene un fin muy claro, quiero una guerra
contigo. Y quiero que sea eterna, como tú y yo. Siempre he oído que en estos
casos, todo vale, y yo quiero que todo lo que valga, sirva para que tengamos
una larga y próspera guerra. Porque en el fondo siempre (desde que somos), es
lo que he anhelado a tu lado, una guerra interminable, que comience con tus
pies caminando junto a los míos y con tus labios atados a mis recuerdos. Que
mis pupilas queden colgadas de tus ojeras en esas noches en las que menos
dormir, cualquier cosa nos vale.
Esa guerra, eterna, es lo único que me mantiene con
vida. Que me empuja a perseguir cada sueño incesantemente, y es que anhelo ir devorando avances, en esta
carrera de fondo que nos presentan como una aventura de obstáculos y tan sólo
existe uno, nosotros mismos. Pero por suerte, desde que tú, como un maldito
faro en la inmensidad del océano, alumbras este camino, me tropiezo bastante
menos. Y si caigo, cosa que suele pasar cuando uno quiere correr antes de
caminar, sé que estás ahí, para ayudarme a levantarme cuantas veces sea
necesario, una y otra vez, hasta que agarrado de tu mano, o más bien enganchado
a ella, logremos, juntos, conquistar cada maldito centímetro de esos sueños que
perseguimos sin cesar.
Y en esta guerra, en lugar de bajas, quedan
recuerdos y cambios a mejor. Me has enseñado a volar a pesar de que no haya red
alguna que nos recoja si nos cortan las alas. También, he descubierto que una
guerra que empieza en mis ojos y acaba con tus labios apretando con fuerza los
míos es lo único que quiero. Sólo quiero una guerra eviterna, de cien años o de
lo que nos quede, pero que deje un hueco tan grande en la tierra que cada
persona que pase por donde ahora pisamos, sepa que allí hubo algo que fue capaz
de parar el mundo.
No dejes que esas alas dejen de agitarse jamás,
porque tú, vuelas con tus propias alas, sin más motor que esa sonrisa perpetua,
y una larga lista de sueños que poco a poco conquistas y sólo te llevan más y
más alto. Siempre querré ser como tú cuando sea mayor, porque no hay mejor
forma de pasar los años que seguir mirando la vida con tus ojos, con unos ojos
de niña pequeña, que buscan incesantemente cosas nuevas y no pierden jamás la
curiosidad, ni el brillo. No dejes que nada ni nadie los apague jamás.
Eviternamente tuyo.
En primer lugar, decirte que siento pasarme de forma tan poco asidua. Siempre que lo hago me quedo con una sensación increíble. Creo que escribes realmente genial.
ResponderEliminarMe transladas a otros momentos, a otras situaciones y como te he comentado a veces creo que esa es la magia de leerte.
Ojalá muchas más guerras y el valor de afrontarlas, de volar y de necesitar conocer cosas nuevas.
Espero que te vaya todo realmente bien, eres especial (espero que lo sepas). Tus palabras desprenden magia.
Luz
Martina